depresión. No podía dormir de noche; no podía levantarme de la cama en la mañana. Dejé mi trabajo. Tomaba cada vez más tranquilizantes. ¡Sólo quería que alguien reconociera que yo había regresado a mi país! "Un domingo por la mañana después del culto, reuní las fuerzas necesarias para acercarme de nuevo a mi pastor y decir: ‘¡Ya no puedo más! ¡Creo que estoy perdiendo el control de mi vida! ¡Necesito su ayuda!’ Con su brazo en mis hombros, contestó: ‘Isabel, estoy ocupado. Tengo compromisos toda
Page 13